En el documento informativo de Humanity & Inclusion de la ONU se identifican las dificultades que plantea COVID-19 a los grupos de riesgo, en particular en las zonas afectadas por conflictos y crisis humanitarias. También muestra cómo los principios del desarme humanitario pueden informar una “respuesta inclusiva y basada en principios”. El texto completo está abajo y está disponible en inglés aquí. A la vez, el PDF en inglés puede ser descargado aquí. Invitamos a que se hagan comentarios sobre este documento en este enlace.
Respuesta Inclusiva y con Principios al COVID-19, Enfocada en los Grupos de Mayor Riesgo
July 2020
Las consecuencias de la pandemia de COVID-19 se han sentido en todo el mundo. Sin embargo, las personas están expuestas y son afectadas de maneras distintas. Esto deja una variedad de las secuelas y, en ocasiones, profundiza las brechas de desigualdad.
En los países afectados por el conflicto, la pandemia aumenta los riesgos de discriminación contra ciertos grupos de población. La pandemia y algunos planes para responder a ella, como las restricciones públicas para combatir la propagación de COVID-19, han llevado al colapso de los sistemas de salud y los sistemas de apoyo (como asistencia en el hogar o el apoyo comunitario para acceder a distribuciones). Los individuos y las comunidades vulnerables, en condiciones de marginalidad y de riesgo enfrentan amenazas y desafíos adicionales. Las desigualdades estructurales interactúan con barreras específicas de la crisis. Esto crea, para algunos grupos ya vulnerables, un mayor riesgo de contraer el virus y desarrollar casos severos de COVID-19.
- Los grupos en riesgo de discriminación más frecuente durante la pandemia de COVID-19 incluyen a personas con discapacidad (entre ellos, los sobrevivientes de minas antipersonal/restos explosivos de guerra (REG)), adultos mayores, personas con condiciones de salud específicas y que viven con una enfermedad crónica, además de los migrantes, refugiados y desplazados internos.
- Discriminación interseccional debido a distintos factores como la discapacidad, el género y la edad, las cuales resultan frecuentemente en privaciones y barreras para acceder a distintos servicios.
- Las personas con discapacidad, incluyendo sobrevivientes del conflicto armado, pueden enfrentar más dificultades para acceder a la información e implementar medidas de prevención. Por ejemplo, pueden tener poco acceso al agua potable/fregaderos y escasa posibilidad de desinfectar regularmente sus dispositivos y tecnologías de apoyo.
- La aplicación del distanciamiento social es difícil o imposible para las personas que dependen del contacto físico con el entorno o con personal de apoyo.
En países afectados por el conflicto o por crisis humanitarias y en comunidades de bajos recursos, el impacto de COVID-19 en grupos vulnerables, en condición de marginalidad y en riesgo se magnifica.[1] Un entorno frágil ya de por sí existe en países afectados por el conflicto, la violencia e instabilidad, y como resultado el tratamiento de la no discriminación, la justicia, la seguridad, los derechos humanos y la salud pública se convierten en elementos difíciles de implementar. Es necesario que se considere ese hecho durante la respuesta al COVID-19.
El desarme humanitario, un enfoque de la regulación de armas que da prioridad a las personas, puede ayudar a resolver estos problemas y liderar el camino hacia un mejor mundo post pandémico. El desarme humanitario procura prevenir y solucionar el sufrimiento humano y daño ambiental infligido por armas a través del establecimiento y la implementación de normas.
Responder al COVID-19 con principios y de manera inclusiva, acorde con los principios del desarme humanitario, requiere tomar en consideración los diferentes riesgos que lleva la pandemia a los individuos y las comunidades vulnerables, en condición de marginalidad, y en riesgo, y planear para mitigar esos riesgos. En este documento se esbozan algunos de los riesgos específicos a considerar además de ofrecer sugerencias para garantizar que reconstruyamos un mundo mejor.
Áreas de Riesgo
Acceso a la Asistencia Sanitaria
El acceso a la los sistemas de salud en el contexto de la pandemia es un gran desafío, especialmente en países afectados por conflicto, violencia e inestabilidad. Al añadir presión a los sistemas de salud que ya tienen una capacidad limitada por conflicto o crisis, el COVID-19 ha causado un aumento de morbilidad y mortalidad por otras condiciones de salud. Esta pandemia ha afectado la provisión de algunos servicios esenciales y respuestas médicas a través de cierres, distribución limitada de recursos necesarios y la redistribución de personal esencial. Hay preocupaciones serias y válidas de que personas con discapacidad, personas con enfermedades crónicas y adultos mayores puedan ser descalificados para recibir atención por la presión para priorizar recursos limitados.
La afectación a servicios de salud por el COVID-19 también pueden conllevar una reducción de las capacidades de servicios esenciales para mujeres y niñez, como la planificación familiar, la salud reproductiva de la mujer, el cuidado materno-infantil, el manejo clínico de violaciones sexuales y el apoyo psicológico a sobrevivientes de violencia armada. Estos servicios ya son, de por sí, escasos y se concentran en las principales ciudades de los países con crisis y conflictos activos. Las barreras adicionales debidas a las medidas de protección relacionadas con el COVID-19, además de la limitación de movimiento, llevan a la indisponibilidad de los servicios y al deterioro de la salud, el bienestar y la seguridad de mujeres, niños y niñas.
Violencia sexual, basada en género y en el hogar
Aunque los primeros datos indican que las tasas de mortalidad de COVID-19 podrían ser más altas para los hombres, la pandemia tiene consecuencias sociales devastadoras y a menudo invisibles o poco conocidas para las mujeres, niños y niñas: la violencia.
Las políticas de aislamiento preventivo, como confinamientos y cuarentenas, se han relacionado con un aumento de la violencia en el hogar y de la pareja. La violencia sexual y basada en el género y la violencia intrafamiliar, que ya son altas en tiempos de conflicto y crisis, representan una grave amenaza cuando la pandemia trae nuevos factores de estrés a hogares y comunidades ya tensos. Sin la capacidad de salir de casa, muchas víctimas están atrapadas con sus agresores. Estas políticas refuerzan el aislamiento de las mujeres, niños y niñas que tienen parejas y/o familiares violentos, al separarlos de las personas y de los recursos que pueden ofrecerles ayuda o espacios seguros, como escuelas y trabajos.
Otros riesgos
La salud y el bienestar mental son un desafío para todo el mundo durante esta pandemia. El estrés y el aislamiento de nuestra situación actual pueden tener impactos severos sobre la salud mental, al mismo tiempo que se limita el acceso a servicios de salud mental. Para poblaciones inmersas en conflictos armados u otras crisis humanitarias esto se magnifica. El desarme humanitario reconoce que los impactos psicológicos derivados de conflictos y otras crisis humanitarias, como el temor de perder parientes cercanos, amigos u hogares y la falta de acceso a servicios esenciales ya son inmensos. Ahora la pandemia ha traído otra capa de estrés, además de limitar los apoyos del que dependen poblaciones afectadas por los conflictos tales como contactos en las comunidades, escuelas, negocios, apoyo entre pares y conexiones familiares.
Las personas con discapacidad, las personas con enfermedades crónicas y los adultos mayores también enfrentan un mayor riesgo de aislamiento y exclusión. Los servicios y redes de apoyo, incluyendo a asistentes personales y cuidadores que pueden ser indispensables, pueden volverse intermitentes o interrumpirse, resultando en la posible disrupción de servicios vitales como alimentación, salud, agua, saneamiento e higiene. El aislamiento y la exclusión pueden tener consecuencias mortales.
La pandemia del COVID-19 podría generar un aumento de la desigualdad a largo plazo como resultado de las barreras para acceder a servicios y de la pérdida de medios de subsistencia. El resultado de esto sería un revés importante para los objetivos del logro de desarrollo sostenible en todo el mundo. Debido a la exclusión socioeconómica preexistente, es probable que algunos sectores de la población se vean más afectados por los efectos de la pandemia, como son las pérdidas económicas y la ausencia de una red de protección social. Aquellos que están al margen de la sociedad y de la economía caerán en la pobreza extrema, deshaciendo años de progreso en la eliminación de la desigualdad.
Frente a todos estos riesgos, es necesario que usemos la experiencia de la comunidad de desarme humanitario en situaciones de conflicto, crisis y postconflicto para limitar el daño causado por el COVID-19 y lograr reconstruir de una mejor manera.
Recomendaciones para Asegurar una Respuesta Inclusiva y con Principios al COVID-19
Los principios de la inclusión y no discriminación que se encuentran como centro en el desarme humanitario pueden ayudar a identificar, reconocer y abordar las desigualdades que el COVID-19 ha puesto de manifiesto y exacerbado. Estos principios deberían estar presentes en las discusiones políticas de desarme humanitario, además de las discusiones sobre la respuesta al COVID-19. El desarme humanitario puede orientar la respuesta de organizaciones de la sociedad civil que hacen trabajo de campo, gobiernos, autoridades formuladoras de políticas públicas y donantes.
Todos los Actores Deberían:
- Garantizar que el Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos, incluyendo los derechos de los refugiados y de las personas con discapacidad,, estén al centro de la preparación y la respuesta al COVID-19 en países afectados por conflicto y crisis.
- Garantizar la no discriminación por discapacidad, condiciones de salud, origen étnico, género, edad o cualquier otro aspecto de la diversidad en las políticas públicas y los servicios. Este principio significa que los esfuerzos deben de estar bien coordinados para que nadie se quede atrás.
- Apoyar al llamado del Secretario General de la ONU a un cese al fuego global realizado el 23 de marzo 2020 para “detener ahora la lucha en todas partes” y recordar que “las necesidades humanitarias no deben ser sacrificadas”.
- Colaborar con organizaciones y representantes de la sociedad civil, como organizaciones de sobrevivientes y de personas con discapacidad, mujeres o adultos mayores, para diseñar una respuesta inclusiva a la pandemia COVID-19 y generar acciones de concientización.
- Reunir información desglosada por género, edad y discapacidad para tener una relación fáctica del impacto de la pandemia en la población y la manera en que se implementa la respuesta. Es importante asegurarse de que la respuesta se aplique equitativamente, considerando la interseccionalidad de diferentes factores como género, edad, capacidad y origen étnico, entre otros.
- Compartir información sobre el COVID-19 de manera inclusiva a través de diversos formatos accesibles, con el uso de tecnologías accesibles, especialmente adaptada a la población en conflicto o crisis. La comunicación pública debe evitar mensajes o imágenes con estereotipos.
Los Gobiernos Deberían:
- Garantizar que la protección sea un componente central de los planes nacionales estratégicos de preparación y respuesta al COVID-19. Estos planes deben basarse en un análisis de género sólido y en un análisis de cuáles son los grupos a mayor riesgo para protegerlos de diferentes formas de violencia y abuso, como migrantes, refugiados, y desplazados internos, con un enfoque interseccional.
- Respetar el principio de no devolución para que las personas que tienen que huir de su país sean protegidas. Los derechos de los refugiados nunca pueden sacrificarse, incluso durante una pandemia.
- Movilizar los recursos adecuados y priorizar la inversión con el objetivo de ampliar sistemas de protección social para responder a los efectos del COVID-19 en la economía global, local y nacional.
- Garantizar que la financiación para una respuesta global sea fácilmente accesible, acelerada y flexible, para que las ONG que forman la primera línea de respuesta puedan ampliar y adaptar rápidamente sus operaciones. Esto salvará vidas.
Los Donantes Deberían:
- Apoyar a las capacidades operativas de las ONG para asegurarse de que los programas existentes se puedan adaptar y que actividades que tienen que pararse o reducirse puedan retomarse después del levantamiento de las restricciones.
- Comprometer financiación adicional significativa para acciones humanitarias y de desarrollo específicas para la respuestas al COVID-19, para responder a los riesgos mencionados anteriormente, y en particular para programas humanitarios y de desarrollo en curso, debido a la magnitud de la pandemia.
Los Programas de Respuesta Deberían:
- Implementar programas de transferencias de efectivo no restringidas cuando abran las economías, y coordinar dichos programas de transferencias. Esto debe de complementarse con medidas de protección y servicios de apoyo para garantizar que los más vulnerables pueden acceder a los beneficios de las medidas de protección social para responder a sus necesidades.
- Apoyar al mercado local. Los programas de asistencia alimentaria y de apoyo para mantener programas sociales y de medios de subsistencia no deben de impedir aportar asistencia a productores locales.
- Ampliar las respuestas de salud física y mental además de apoyar la cadena de suministro de material sanitario y garantizar que los servicios de salud vitales para las personas con discapacidad, personas con enfermedades crónicas y adultos mayores sigan estando disponibles. Además, los programas de respuesta deberán adaptar los programas para evitar la difusión del virus. Los cuidadores y asistentes personales deberían tener acceso a equipo de protección e información adecuados.
- Encarnar el concepto de “tan internacional como sea necesario, y tan local como sea posible”. Las actividades de respuesta a la pandemia deberán partir de un “enfoque basado en activos”, es decir, aprovechar las fortalezas y las redes ya existentes en las comunidades.
- Adoptar todas las medidas para garantizar la salud, la seguridad y la protección de personal humanitario, incluyendo el acceso a equipo de protección personal y entrenamiento, compensaciones y oportunidades de autocuidado para el personal humanitario trabajando bajo presión. El cierre de numerosos servicios puede conllevar la necesidad de que el personal tenga más responsabilidades del cuidado en el hogar que deben ser tomadas en cuenta.
Traducción al español por la Campaña Colombiana Contra Minas y Wanda Muñoz.
[1] Ver por ejemplo: “COVID-19 in humanitarian context: no excuses to leave persons with disabilities behind!” Esta publicación reciente de HI muestra cómo la crisis de COVID-19 está resultando en barreras y riesgos desproporcionados para hombres, mujeres, niños y niñas con discapacidad en contextos humanitarios (de emergencia).